Recuerdo los días de verano. La sal pegada a mi piel, sudados, casi derretidos encima de las sábanas.
Mis piernas enredadas en tu torso. Mis labios pegados en tu pecho. Recuerdo los días de verano en los que me dejabas enredarme a ti.
Recuerdo los desayunos y las montañas de colacao. Recuerdo tu pijama gigante de rayas, lo mal que me quedaba y lo mucho que me gustaba ponérmelo. El despertarnos a las diez de la mañana, hacer el amor una y otra vez, que se nos haga de noche. Y gritar...
Recuerdo los días desbordándose sin ti, los billetes de avión. Recuerdo saltar a tus brazos al aterrizar. Pero también los abrazos con velcro antes de despegar y miradas tan profundas que eran capaces de arañar en el alma.
Recuerdo y no quiero olvidar nunca los baños en tu bañera diminuta, con música de Facto de la fe y filosofear sobre el sentido del mundo. Ahora lo pienso y sonrío, cuando nos cronometrábamos los masajes, no me regalabas ni un segundo de más, y te odiaba por ello. Ahora moriría por masajearte de por vida.
Que hueles a leche condensada. Y a vainilla después de hacer el amor.
Recuerdo cuantísimo te he odiado por dolerme, y cuantísimo te quiero.
Que fácil sería si pudiera arrancarte, pero no quiero.
2 comentarios:
Pues esta es la más bonita =)
:) Linda... me salió de lo más profundo del pecho cuando la escribí......
Gracias..
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