sábado, 20 de noviembre de 2010

La lluvia

Respiro hondo. el aire caliente se hace camino hasta mis bronquios, me quema en los oídos. Respiro otra vez. Sentada sin más, entre velas como siempre, dulce incienso el que me baña. Puedo escuchar como fluye mi Qi, se esparce en mil fragmentos y navega en una marea por cada esquina de la casa, y resbala por el suelo de madera hasta vertirse d nuevo en mi pecho. El vello aún se pone en guardia cuando la siento. Como si algo dentro de mi no pudiera creer que algo tan mágico, tan sublime, exista. Como si no pudiera creer que yo fuera digna para sentirlo.
Llueve afuera, la lluvia incesante lo inunda todo, sin prisa, sin calma, entra por cada recobeco barriendo los escombros. Todos se esconden bajo techos, como si no quisieran que la lluvia los desnudase, como si no quisieran que la lluvia se derramase en cada poro y conociese cada pecado, cada inseguridad que tambalea el alma, cada secreto. Yo también me escondo de la lluvia, permanezco perpleja al otro lado del cristal, escuchándola, saboreando el olor a tierra mojada.
Me escondo sí, avergonzada, que no me recorra por Dios, que no se llene de mi y me conozca, que ella ya lo sabe, que esta bipolaridad no es nada buena.
Ella sigue lloviendo y me llama chispeando desde el patio, quiere que mis lágrimas y las suyas sean capaz de mezclarse, que confie en ella, que ella todo lo ve, y todo lo puede limpiar.
Yo permanezco inmóvil, llena de miedos y complejos hasta los bordes. ¿por qué se me hace tan difícil? yo sólo quiero volver a no pensar, volver a fluir...
Abro la puerta, me dirijo hacia arriba, escalón trás escalón hacia la terraza, hacia el punto más alto, donde no haya tejas que me escondan, que el alma se desnude y no haya sombra que la esconda... escalón trás escalón, y veo Palma de fondo, alumbrada por la Catedral, sublime ante mis ojos.
Doy un paso más y por fin la lluvia comienza a recorreme, pasa por todas mis células inquieta, se derrama por todos mis meridianos incesante, y yo comienzo a llorar.
Lloramos juntas, abrazadas como hermanas, y me hace gritar al cielo: "¡Déjame ser como la lluvia! yo sólo quiero fluir como la lluvia..."