lunes, 19 de enero de 2015

Los contigos venideros



Se habían detenido los suspiros, los del centro de mi alma. Miré a través de la ventanilla del avión y supuse que era la vertiginosa altura, kilómetros y kilómetros de desbocada altura más allá de las nubes.
Me reconfortaba la idea de imaginar mis plantas de los pies columpiándose por encima de las nubes del atardecer ya teñido de nostalgia, donde las nubes ya no eran más que faunas y océanos inexplorados apunto de estallar en mi cerebro hoy vestido de azul grisáceo.
Una vez más, habíamos salido airosas, pensé.

El recuerdo de una imagen me golpeo el ensueño: Por aquel entonces, coger aviones para pasar los dias entre tus sábanas era una de mis mayores vocaciones. Pero cuando una es demasiado inexperta y joven, y peca de confundir los lunares de cuerpos ajenos con los suyos propios, el camino se torna arduo y doloroso.

Aparecieron los créditos que anuncian el final de la película. El público aplaudía emocionado, tú con el abrigo puesto a punto de salir y yo aún con la boca llena de palomitas de colores, de esas que nos volvían locos a los dos. 
Fue entonces cuando sucedió la masacre. Mi cuerpo y yo entramos en caótica guerra: Suicidio masivo de pestañas. Lágrimas llorando desde párpados demasiado letárgicos como para poder abrirse . Uñas carcomidas atentando contra los poros de mi piel. El peso de los no pronunciados ni sentidos "tequieros" bajándome por la espina dorsal. Y tras semanas de profunda tristeza, trás haber pérdido el norte, el sur, y todos los puntos cardinales de mi cuerpo, los atentados cesaron.

Sacudí las legañas que apelmazaban mis miradas y prometí que no volvería a ser tan lunática y que prefería perder aviones si estos hablaban más de ti que de mi. Que no quería vivir una vida "sin ti", si no una vida "conmigo". Decidí que esto me serviría para todos los contigos venideros.

No se en que momento sentí alivio, sólo recuerdo que mis nervios se inmolaron y dejaron una inmensa paz emanando de mis pupilas. Sentí que el Universo de verdad estaba en mi y permití a mis sentidos expandirse en todas las direcciones, sin restricciones.

Han pasado meses, y aún sigo buscándome. Ya ni siquiera me da miedo reconocerlo, que aún hay algo que a veces duele, y que ya no eres tú. Son las no-buenasnoches, son los no-buenosdías, que a veces asustan.
Soy yo y las ventanas con tus posibles nombres.Ventanas que se abren de golpe, charlas en las que nos dejamos los labios morados de tanto hablar, de tantos besos y tanto vino. Dibuja ventanales en mi espalda con tus posibles nombres. Los posibles y adorables contigos venideros.


Todos los derechos reservados.
Cristina Rodríguez.


lunes, 12 de enero de 2015

El juego al que te gusta jugar.


Me gusta entrar en esta dinámica,
de ojos acartonados, despertarnos a las diez de la mañana, y volvernos a dormir.

Quiero dormir pero me aturdes,
me dejas intranquila, alterada, con ganas de más.
Y que me importaba a mi...

que nuestros lost in translation se hicieran más obvios entre gemidos
que tu café fuese soluble y con superpoderes letárgicos,
que mi ropa interior fuese secuestrada por tus sábanas, en los rincones más árticos
que fueran las dos del medio día y yo aún desnuda, en tu cama,
pretendiendo que somos lo que no somos, pero no.

Háblame entre susurros, tan bajito que no te entienda,
Háblame mientras me subo las braguitas y haces como que no vas a mirar
Háblame y cuéntame por quinta vez cual de las puertas es la del baño...

Que me gusta perderme en el minúsculo pasillo de tu casa,
Correr riesgos, no hacer demasiado caso a mi raciocinio y tirarme otra vez...



Cristina R.