martes, 31 de agosto de 2010

Ahora.

Se pasea esquivando pasar bajo escaleras de aceras, cerrando tijeras abiertas, tocando madera en cada pensamiento infame, arrojando la sal por su espalda y la de sus ajenos, sin embargo adora cruzarse con gatos negros ante sus ojos... por eso de que son gatos.
Ella tira los dados y los interpreta y los reinterpreta como le viene en gana. Que si sale seis se cuenta cinco y si sale cuatro se cuenta seis. Siempre llevando la contraria. Y si el sol le pica a fuego lento en la piel, sube el volumen de sus cascos para no escuchar las vocinas del tráfico.
Ella hace y deshace su mundo, encaja las piezas del puzzle con pegamento del caro, encajen o no. Y si le hacen daño, ella se araña más fuerte en la piel, arrancándose las células a borbotones.
Ella conoce el lenguaje de cada una de las estrellas sólo con observarlas. Lucha contra sus prejuicios para dejarse fluir. Se decepciona a sí misma y tira otra vez. Consciente y realista.

Lo permite por última vez, las habitaciones danzando en su cabeza vivas de recuerdos, tan vivas como muertas están en realidad. Por no haber no queda ni polvo. Volvió ansiosa de un trago del ron de siempre, y sólo encontró espacios en blanco que no era capaz de rellenar y recuerdos caducados.( Tiene gracia, recuerdo los días girando a toda velocidad en mi walkman, Los videoblogs de los que nadie sabe, vivir en emperatriz eugenia y vosotras ahi, conmigo, los veranos sin hacer nada y haciéndolo todo, los inviernos de peli y manta, de salidas y entradas, y almas afines como la tuya, y la luz en mi ventana. )

Basta. Cierra fuerte los ojos y los abre en la inmensidad de sí misma. Recuerda quién es y no olvida que no tiene miedo. Reescribe su guión, tachones sobre lo que debería y no debería eticamente hacer y subrayadores fosforitos sobre sus puntos y sus comas, para que no se le olvide respirar.
Se viste de colores y se prepara para coger un avión, esta vez, de verdad. Renovada, ya huele a playa, ya huele a nuevo.

Un, dos, tres. Se abre el telón.

domingo, 1 de agosto de 2010

La hora del despertar.

Comienzos. El despertador tictactea acompasando el ritmo de mis palpitaciones y un nudo en el estómago impulsa la sangre que se dispara desde mi aurícula izquierda, siento que... se me taladra el pecho.
Suena la alarma. Las legañas y los ronroneos bajo las sábanas se han acabado. Las mañanas de almohadas desgastadas y los días que se estiran, van a brillar por su ausencia.
Es hora de DESPERTAR. En todos los sentidos.

Temprano. Y un montón de almas espolvoreadas aparentemente al azar, se muestran cercanas unas a otras, kilométricamente cerca en cada autobús. Secuestros peninsulares inminentes, y salvavidas ajenos con carteles de "se alquila". Habrá que reaprender a ser valiente.

Imagino mi entrada triunfal. Colisionamos unos con otros y ...catapúm! Lluvia de prejuicios de todos los colores y sobrepeso de expectativas. Habrá que que aprender a frenar en seco, vivir la aventura sin pensar, con todos los contadores a cero.

Respiro hondo. No puedo permitir que se haga dificil, me he deshecho de los grilletes y las cadenas cayeron ya por el sumidero, ahora solo me queda permirle a los segundos que se deslicen por mi piel, que resvalen de entre mis poros y me acaricien como si fueran agua. Confiar en mi. Ser yo... ahora un poco más libre.

Preparativos. La colección de amuletos aún está por estrenar. La miro perpleja, se me escapa de entre las pestañas una mirada repleta de ternura, como un tesoro la guardo en el cajón, sonrio. Aún no la necesito. No para mañana.

Se acabo el tiempo. Buenas noches y buena suerte.