miércoles, 29 de agosto de 2012

Agosto, el mes congelado.


 
Afortunadamente hay veces que gente se convierte en persona y tiempo en mi vida,  cuando cualquiera de las posibilidades y caminos emprendidos llegan a la misma alma, como si un fuerte lazo de acero nos conectase irremediablemente. Y una mañana de miercoles cualquiera, me sale escribir esto, que es para ti.


Agosto se ha congelado. Eres afortunado. Coge el jersey de punto gris, ese que tanto me gusta ponerme y vuelve a impregnar el olor en el. Me lo he puesto demasiado, lo he ensanchado y casi estropeado, deshilachado, como un trapo sucio en la esquina de mi cuarto tirado. El jersey, digo. 

Y es que agosto se ha congelado. ¿Dónde está nuestro verano, los meses de deshielo? Vamos a quitarnos el bigote de señor mayor, suelta el maletín hecho con piel de elefante elegante y lleno de responsabilidades.  Combatamos el agosto congelado a cañonazos de palomitas de colores! Y no vale ser cascarón de huevo. No esta vez. No en este juego.

En pleno Agosto esquimal. Extraños mirando al cielo y preguntándose si hoy saldrá el Sol. Y Tú ¿por qué no estás hibernando? Tiras de mí para que salga de mi caparazón sin razón y contemple el Agosto infernal. Invítame a un té con leche hirviendo. A mi me gusta como te queda, incluso deshilachado. El jersey, digo.

Agosto se ha transformado. Al igual que nosotros. Todo ha cambiado. Todo está cambiando y yo te agarro fuerte la mano. Tú, que eres el resto de nosotros dos. Tú y yo venceremos el letargo congelado. Y si no me invitas a un té, te invito yo a un café. Siempre y cuando me hagas sitio dentro de tu jersey de lana arrugado. Agarra tú también mi mano, que eres Tú mi Agosto repleto de helados.


Cristina.

sábado, 11 de agosto de 2012

Animal.

Que cuando cae la noche mi cerebro se transforma,  y no existe monstruo más temido, que el que vive bajo mi piel.


Aunque tú, aún no lo sepas.