jueves, 16 de julio de 2015

Volar

Volar, lo que se dice volar, ya no recuerdo.
Abrir mis alas blancas, las enterradas en el último cajón del ropero,
polvorientas y medio atrofiadas, y sacarlas a paseo.
Volar, lo que se dice volar, ahora no puedo.

Mis pobres y desdichados latidos duelen. 
Secuelas de sístoles y diástoles palpitadas tras imposibles anhelos. 
Y aunque me mires y me tiemblen los cimientos, 
Volar, lo que se dice volar, aún no quiero.

Siempre se me dio bien, eso de saltar estrepitosas alturas desde elevados rascacielos.
Siempre estuvieron ellas, radiantes fluorescentes, para salvarme del derrumbe, 
o de los huesos rotos contra el suelo.
Aunque tú y yo sabemos que volar, lo que se dice volar, a veces inmola el pecho.

Miedo, que me inmoviliza si recuerdo los saltos kamikazes, 
la guerra de pestañas y las alas que nunca se abrieron.
Un largo círculo vicioso y demasiados caminos ajenos.
Y ahora, volar lo que se dice volar, no se si puedo.

Los vuelos. Siempre te hablo de mi vuelo. 
Pero yo, volar lo que se dice volar, no se si me acuerdo.
Sin embargo, quiero que apretemos la mandíbula, 
cerremos los ojos y nos elevemos hasta el techo.

Recorrer los ríos y senderos de tu mente inquietos. 
Celebrar con confeti cada endorfinado encuentro.
Que soy de las que prefiero morir en el salto,
que vivir rozando la insípida prudencia del no-me-arriesgo.

Que yo, volar lo que se dice volar, no se si puedo.
Pero contigo, siento la locura de propulsarme hasta el cielo.


Cristina R. - Todos los derechos reservados.

lunes, 19 de enero de 2015

Los contigos venideros



Se habían detenido los suspiros, los del centro de mi alma. Miré a través de la ventanilla del avión y supuse que era la vertiginosa altura, kilómetros y kilómetros de desbocada altura más allá de las nubes.
Me reconfortaba la idea de imaginar mis plantas de los pies columpiándose por encima de las nubes del atardecer ya teñido de nostalgia, donde las nubes ya no eran más que faunas y océanos inexplorados apunto de estallar en mi cerebro hoy vestido de azul grisáceo.
Una vez más, habíamos salido airosas, pensé.

El recuerdo de una imagen me golpeo el ensueño: Por aquel entonces, coger aviones para pasar los dias entre tus sábanas era una de mis mayores vocaciones. Pero cuando una es demasiado inexperta y joven, y peca de confundir los lunares de cuerpos ajenos con los suyos propios, el camino se torna arduo y doloroso.

Aparecieron los créditos que anuncian el final de la película. El público aplaudía emocionado, tú con el abrigo puesto a punto de salir y yo aún con la boca llena de palomitas de colores, de esas que nos volvían locos a los dos. 
Fue entonces cuando sucedió la masacre. Mi cuerpo y yo entramos en caótica guerra: Suicidio masivo de pestañas. Lágrimas llorando desde párpados demasiado letárgicos como para poder abrirse . Uñas carcomidas atentando contra los poros de mi piel. El peso de los no pronunciados ni sentidos "tequieros" bajándome por la espina dorsal. Y tras semanas de profunda tristeza, trás haber pérdido el norte, el sur, y todos los puntos cardinales de mi cuerpo, los atentados cesaron.

Sacudí las legañas que apelmazaban mis miradas y prometí que no volvería a ser tan lunática y que prefería perder aviones si estos hablaban más de ti que de mi. Que no quería vivir una vida "sin ti", si no una vida "conmigo". Decidí que esto me serviría para todos los contigos venideros.

No se en que momento sentí alivio, sólo recuerdo que mis nervios se inmolaron y dejaron una inmensa paz emanando de mis pupilas. Sentí que el Universo de verdad estaba en mi y permití a mis sentidos expandirse en todas las direcciones, sin restricciones.

Han pasado meses, y aún sigo buscándome. Ya ni siquiera me da miedo reconocerlo, que aún hay algo que a veces duele, y que ya no eres tú. Son las no-buenasnoches, son los no-buenosdías, que a veces asustan.
Soy yo y las ventanas con tus posibles nombres.Ventanas que se abren de golpe, charlas en las que nos dejamos los labios morados de tanto hablar, de tantos besos y tanto vino. Dibuja ventanales en mi espalda con tus posibles nombres. Los posibles y adorables contigos venideros.


Todos los derechos reservados.
Cristina Rodríguez.


lunes, 12 de enero de 2015

El juego al que te gusta jugar.


Me gusta entrar en esta dinámica,
de ojos acartonados, despertarnos a las diez de la mañana, y volvernos a dormir.

Quiero dormir pero me aturdes,
me dejas intranquila, alterada, con ganas de más.
Y que me importaba a mi...

que nuestros lost in translation se hicieran más obvios entre gemidos
que tu café fuese soluble y con superpoderes letárgicos,
que mi ropa interior fuese secuestrada por tus sábanas, en los rincones más árticos
que fueran las dos del medio día y yo aún desnuda, en tu cama,
pretendiendo que somos lo que no somos, pero no.

Háblame entre susurros, tan bajito que no te entienda,
Háblame mientras me subo las braguitas y haces como que no vas a mirar
Háblame y cuéntame por quinta vez cual de las puertas es la del baño...

Que me gusta perderme en el minúsculo pasillo de tu casa,
Correr riesgos, no hacer demasiado caso a mi raciocinio y tirarme otra vez...



Cristina R.

martes, 30 de diciembre de 2014

Los espejos, las alas y los caminos dejados atrás. (La belleza del pájaro, está en la manera en que abre las alas y vuela)


Los ciclos. Los maravillosos ciclos y sus aprendizajes. Los sentimientos apelotonados en el centro del pecho. Las noches de indeseado insomnio. Y las de insomnio provocado a base de tés interminables y conversaciones que transportan. La magia de encontrarnos. Los espejos y las fascinantes historias del fabuloso pájaro con miedo a las alturas.

Pájaro que canta, que se queda mudo, que habla de él, habla de mí. Porque no hay mejor espejo que el que está hecho de carne y hueso. Sin duda; Huesos, oxígeno y lágrimas forman los mejores espejos. Ese pájaro, también tiene algo mío, también soy yo.

Ella me mira, vestida de alma como sus fotografías, y yo me acerco un poco más, me inclino hacia al borde de su espejo y me dejo caer. Las mujeres fuertes abrimos las manos y nos mostramos desnudas a pesar del miedo, nos amamos a nosotras mismas primero, escuchamos nuestros miedos, los sentimos. Los lloramos. Hay que ser muy valiente para mirar nuestros miedos tan de cerca y dejarte llorar. Nosotras estamos aprendiendo. Estamos siendo fuertes. Aprendiendo las unas de las otras, viviendo los ciclos, aprendiendo a ser más humanas, más conscientes.

Las sombras son siempre bienvenidas, porque después de la oscuridad el cielo se tiñe de estrellas brillantes, se apaciguan las mareas y los nudos del estómago terminan por hacer las maletas y marcharse. Los espejos traen paz. Traen tranquilidad. Gracias por ser mi espejo.

Las personas espejo son tan transparentes que son capaces de ver la belleza de nuestra inocencia humana. Nos miramos las manos, las piernas, cada centímetro de piel que cubre nuestro cuerpo, cada cicatriz…Miramos con ojos espejo y los cuerpos se hacen aún más bonitos. Reconocemos nuestro cuerpo como bello. ¿Cómo iba a ser si no? La belleza de nuestro cuerpo es sublime. La belleza, como dicen, está en los ojos del que mira. Vamos pues, a hacernos bellos los unos a los otros. Empezando hoy, empezando desde nosotros mismos.

Digámonoslo más. Bonitas las manos, que me dejan sujetarte cuando lo necesitas. Bonitos los pies, que caminan ciegos hacia donde les llevo. Maravillosos los cuerpos. El tuyo, el mío, que respiran, vibran y laten por ti. Laten por mí. Disfrútate. Acaríciate. Haz de cada comida un ritual sagrado, somos lo que comemos. Respétate. Honra tu vida. Honra la vida.

Reinventémonos de las cenizas, hagámoslo con amor. Y hagamos el amor. Hacer el amor con amor. Hacer el amor entendiendo que es la más elevada representación de amor propio, de amor al prójimo. Seamos espejos transparentes. Vistámonos de libertad. La libertad se puede sentir efímera. Pero sólo la libertad nos hace eternos.

Somos pájaros, creámonoslo. No tengas miedo a las alturas, tienes alas, eres alas, eres luz. Tú ya sabes volar, solo tienes que creer.

Cristina.


Ps. Para el pájaro que solía tener miedo a las alturas, pero ya no ;)

Bonita forma de empezar el año....

jueves, 20 de noviembre de 2014

Somos invencibles, pero me derrito otra vez...



Somos irrompibles. Somos invencibles.
Somos seres de hierro, a prueba de balas, a prueba de patadas.

Has pasado por esa calle demasiadas veces, has llorado bajo las estrellas queriendo teletransportarte lejos, a un lugar casi inalcanzable. Esa canción ha sonado demasiado, y sí, solía gustarte. Solía engancharte, siempre a ti más que a mi, siempre fue más tuya que mia. Y ahora sus acordes suenan como un taladro.

Estabas en ese momento, en el laberinto de Alicia, en el símbolo infinito de las miradas pérdidas, viviendo como dos amantes la noche eterna del solsticio de invierno. La noche más larga y fria de tu vida. Esperando como el que espera en el muelle equivocado. Esperando con lágrimas en la cara, sin pañuelos ni abrazos, con el alma desencajada. Y los mensajes de botella verde que nunca llegaron.

Ya sentimos las sístoles y diástoles desquebrajándose corazón abajo, látidos que no son suficientemente fuertes, que no llegan. Almas que no se encuentran. Pensabamos que nos romperíamos, pensabamos que no aguantaríamos. Que no podríamos volver a soportar un sangrado tan intenso. Pero somos los seres de hierro, a prueba de amor en mililitros dosificado, a prueba de las postales que nunca llegaron.

Brotó el otoño de mi vida, a mi vida, y el corazón pronto recordó que eramos indestructibles, eramos invencibles.
Déjame que me cuelgue a tu cintura, agarra fuerte la mia que nos vamos a un lugar. Mis sentidos están soñando, me estoy derritiendo otra vez. Las manos se funden con tu risa, con tu brisa nueva, y me estoy derritiendo, me estoy fundiendo otra vez. Estoy vibrando, todo lo que no dices me llega al alma, todo lo que tus ojos cuentan se mezcla  y me aturde como el vino. Sigamos bebiendo vino, hasta que tengamos los labios tintados, las manos temblando, y sin saber cómo, tambaleándonos lleguemos a casa. Nuestras risas nerviosas te indican el camino hacia mis sábanas, desabróchame la camisa mientras enciendo sin éxito alguno las velas, me miras y nunca hubo tal incendio. Menos mal que te hablo y no me entiendes, pero intuyes y yo sonrío.
Me estoy fundiendo, me estoy  d e r r  i  t   i   e    n     d     o      ...
Otra vez.

3, 2, 1 y... Estoy preparada, para vivir palpitando, para saltar en paracaidas desde el más alto de los precipicios, para bailar sin que firmemos un contrato, para emocionarme y que me lleves por las calles de tu historia, para seguir comprando tickets de avión, pero contigo.  Sin ir detrás de ti, sin ir delante, pero de la mano. Haz las maletas, coge todo lo que no necesitas, y vamos a tirarlas.
Tirémoslas por la ventana. ¿Lo ves? Las maletas tienen alas, vuelan por los aires y se transforman en pájaros blancos. Vemos su vuelo y parece que huele como a Libertad en la ventana.

Hagamos una lista, Camboya, Brasil, San Francisco, La Toscana y Nicaragua. Desayunemos sin agujas del reloj, sin ropa interior. Conduzcamos por la izquierda. Vamos hacia la Luna, que yo te abro las puertas.

Qué bien hueles, No se si te lo han dicho antes.
Qué bien hueles. Hueles como a Libertad.


Cristina RG
Todos los derechos reservados.


lunes, 27 de octubre de 2014

Vórtices.

Mis ojos son mi ventana, mis pies son las raices capaces de danzar sobre ríos, montañas y volcanes a punto de ebullición.

Mis alas pintadas de fachadas y de caras, se abren elegantes, y flotan, flotan por encima de las nubes y los no-valores, me impulsan a lugares donde el miedo está en peligro de extinción, donde las ganas no se atragantan en la garganta, donde las palmas de las manos se abren para dar...

Donde el amor viene siempre en son de Paz, te coje de la mano y te lleva.



Cristina.
Todos los derechos reservados.

martes, 7 de octubre de 2014

Las Lunas nuevas.



La luz del Sol no sabía lo fuerte que quemaba en pieles ajenas. Pero la Luna sintió las quemaduras antes de que las musas asciendesen por mi cintura susurrando mantras nunca cantados.
De esa misma manera te mecía el mar. Y tú, iluso, me contabas que no nos habiamos visto nunca... Sólo el mar sentía que tu piel y mi bruma fueron, en tiempos de antaño, parte del mismo enredo de partículas, caricias y estrellas náufragas en la garganta.
Estrellas, de esas que empujan a hablar cuando las almas se reconocen desde dentro,

Todo sucedió aquel verano sin pipas, ni bancos, ni labios mojados. Bendito el sofocante calor asiático, que golpeó mis inviernos congelados. Pum! De un plumazo el deshielo estaba pasando.
Catarsis en plena ebullición y mis mareas bajas efervesciendo hacia lo más alto.
Mis instintos terrenales se conjuraron y explotaron en confeti.
De azules fueron las miradas que evaporaron las migajas que quedaban simulando amor;
Y lo que quedaba de ellas y la ocre puesta de Sol, ardieron juntas.

Tras el cuarto amanecer entre danzas balinesas, ya no eran mudas las Haches, y los "tús" donde no existía espacio para ninguno de mis "Yos" se esfumaron.
Entonces, presencié el más bello de los milagros; De mis cenizas brotaban margaritas, ríos inmaculados llorando desde mi pecho, cantos de Paz se alzaban al unísono tras el gran diluvio...

Y fue allí, en Bali, donde la sal de los amaneceres rozó el atardecer de mi amada locura,
en Bali donde mil nuevas ventanas se abrieron sobre los nidos de mi tejado...


Cristina.

/Todos los derechos reservados./